A lo largo de nuestra vida llegamos a tener una media de 5 parejas estables, y aunque pueden guardar ciertas similitudes entre ellas en cuanto a sus patrones (como se dice en psicoanálisis: la compulsión a la repetición) lo que nos motiva a emparejarnos, que puede ser consciente o inconsciente, puede cambiar de unas a otras.
Las clásicas que siempre estuvieron: la elección de amor objetal, esto es, aquella por la cual nos enamoramos de los rasgos que tiene la otra persona: su forma de hablar, de comportarse, su complexión física, sus valores, etc. Otras veces la unión viene con lo que se llama amor narcisista: enamorarnos del otro por cuánto nos valora y reconoce a nosotros mismos, o el amor sintomático por el que la pareja se configura en función de cuán complementarios sean los elementos nucleares de cada uno (como la extrovertida voraz de protagonismo que se empareja con el introvertido que le deja el espacio libre para explayarse).
Considerando que el número de parejas que tenemos aumenta con cada generación, quizás haya que incluir en la perspectiva actual una nueva categoría: las parejas pañuelo, esto es, aquellas cuya motivación se sustenta en la necesidad de realizar el trabajo de duelo con la pareja anterior.
Serían aquellas que aparecen con poco margen tras una ruptura todavía no superada. Pueden empezar por una amistad en la que desahogar el dolor de la ruptura y que con el tiempo se transforman en una relación íntima. Otra señal puede ser una relación que adquiere el carácter de noviazgo sorprendentemente rápido o una relación que se mantiene a pesar de existir diferencias individuales notables entre ambos miembros. En cualquier caso se trata de relaciones en las que la explicación de tal enlace (la pareja pañuelo) resulta llamativa.
Esta relación funciona como vínculo puente, en el que no se perdura más allá de cumplir su cometido: un instrumento para apoyarse antes de dar el siguiente paso, que puede ser o bien la autonomía personal (estar bien sola/o) o bien poder estar en otra relación nueva, pero en cualquier caso el elemento común es desconectar del pasado, de los recuerdos y de la necesidad de continuar con la persona que se quedó atrás.
Psicóloga en Cáceres. Dra. Aurora Gardeta Gómez. Terapia online y presencial.
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