Sensaciones como la pena, apatía, ganas de llorar, la pérdida de interés por las cosas que antes resultaban gratificantes, el sentimiento de vacío, distanciamiento de los seres queridos o incluso la rabia y la irritabilidad son señales de tristeza que cuando adquieren su máximo grado de expresión puede convertirse en lo que llamamos depresión.

En ocasiones aparece sin motivos aparentes o tras un acontecimiento significativo como puede ser una separación, el tener que abandonar la ciudad de origen, la pérdida del trabajo, una enfermedad, el cambio de una relación importante o conflictos en las áreas fundamentales de nuestra vida: pareja, amigos, familia o realización personal/profesional.

Estrategias como la Programación Neurolingüística, trabajo de las distorsiones cognitivas, pensamiento neutral, aumento de las actividades satisfactorias, equilibrio de los tiempos psicológicos son algunos de los muchos recursos con los que contamos.