A veces nuestro propio pensamiento se convierte en el peor enemigo y le damos vueltas en bucle a la misma idea que nos perturba como imaginar situaciones catastróficas, o tener una visión negativa de nosotros mismos, del mundo y el futuro. También pueden aparecer en forma de ideas derrotistas, alarmistas, sentimientos de culpa u obsesiones que aunque racionalmente reconozcamos que son “absurdas”, no podemos resolver.
Suelen aparecer en formato tipo “y si ”(y si alguien de mi entorno tiene un accidente, y si contraigo una enfermedad, y si un día me da por hacerle algo malo a un ser querido o a mí mismo, y si soy homosexual…).
Cuando no somos capaces de apartarlos de nuestra mente, pasamos más tiempo pensando que viviendo y sufrimos por ello, es importante pedir ayuda.