¿Recuerdas cómo te introdujeron el tema de la sexualidad tus adultos de referencia?

Muchos niños han escuchado metáforas como que “a los bebés los trae la cigüeña”, o “mamá está embarazada porque papá la quiere mucho”, que aunque proporcionan una respuesta a sus preguntas, generan sin duda gran confusión en ellos.

En este punto no está demás recordar que si un niño hace una pregunta es porque está preparado para escuchar la respuesta y ésta ni le incita al sexo ni está reservada al conocimiento de los mayores.

Ellos quieren saber, y necesitan saber, pero el trato que recibe la sexualidad es junto con la muerte, el  temas más desnaturalizado y a la vez el más difícil de ignorar por su eterna presencia en nuestras vidas.

Desde los 4 años nos convertimos en activos exploradores del mundo que nos rodea y de nosotros mismos  y a partir de este momento y en adelante aparecen todo tipo de preguntas: empezando por ¿cuál es la razón de que los niños tengan pene y las niñas vagina? continuando por ¿qué es la masturbación? y pasando por los juegos de médicos donde buscan conocer sus cuerpos y encontrar placer.

Pasamos diferentes etapas en nuestro desarrollo donde buscamos, queremos aprender y queremos experimentar y es crucial que en esos momentos recibamos un mensaje normalizador, no a un adulto diciéndonos: “eso no se pregunta” o “eso no se toca”.

Recuerdo el caso de una paciente que con gran esfuerzo me contó que había sido abusada. Cuando revisamos su recuerdo con detenimiento resultó que no hubo tal abuso sino que participó de encuentros en los que varios niños, conocidos entre ellos, se escondían en cualquier habitación de la casa para besarse y tocarse unos a otros. Aquello solo era un juego donde buscaban descubrir sus cuerpos como buscan descubrir el resto de cosas que les rodea,  pero al ser descubiertos por los adultos lo trataron con tal condena que lo procesó durante 30 años como una agresión sexual.

30 años sin contárselo a nadie. 15 años restringiendo la sexualidad con su marido.  Toda la vida sin masturbarse.

Fíjense cuan curioso resultan los esfuerzos por encontrar términos sustitutivos que se emplean al hablar del esquema corporal relacionado con la sexualidad. Al aprender las partes del cuerpo, ¿acaso buscamos alternativas para nombrar por ejemplo al tobillo?¿tenemos varias formas para referirnos a la planta del pie?  ¿Por qué si lo hacemos entonces con los genitales?.

Sigue siendo una asignatura pendiente la de entender que la sexualidad se puede nombrar, que no entraña una connotación negativa, que no se asocia a la edad (no se reserva al mundo adulto) , ni al género (no es solo un campo de hombres).

Se puede vivir con el otro, con uno mismo, como fuente de placer, como vía de conexión y en cualquiera de sus formas, como quiera que lo vivamos, determina la calidad de nuestras relaciones con los otros y con nosotros.

La sexualidad no es una asignatura de la que podamos prescindir. Hablemos de ella.