Después de eternos años de crisis económica, se extiende la creencia de que “el que tiene un trabajo, tiene un tesoro”, sin embargo, hay excepciones. Términos como el estrés laboral, burnout (síndrome del quemado) o mobbing (acoso psicológico dentro de la empresa), se han incluido en nuestras expresiones de manera alarmante.

Y es que hay algunos trabajos que ponen en riesgo la salud mental (y por ende, la física) donde la posibilidad de permanecer de manera incierta en la cola del paro es más alentador que mantenerse sometido.

Si tu empresa es de las que no cumple varios de los siguientes conceptos descritos por la psicología, podrías tener lo que llamamos un empleo tóxico:

1.      Sentimiento de pertenencia: el ser humano es un animal social que necesita sentirse afiliado a un grupo. Según la teoría de los vínculos cruzados, nos agrupamos por intereses comunes y defendemos de manera natural a sus integrantes por un proceso de cohesión social. Cuando este sentimiento desaparece, sus integrantes en vez de cooperar, deciden competir, dando lugar al conflicto. Es por ello que sentir que uno forma parte de la empresa y de los miembros que la componen, es un requisito fundamental para el buen funcionamiento y se relaciona con:

2.      El sentimiento de identificación social. Nos vinculamos con aquellas personas que percibimos similares. Por tanto, estar de acuerdo con las creencias, opiniones, decisiones, y política empresarial de nuevo contribuye a reforzar que uno forma parte de la empresa.

3.      El sentimiento de equidad: buscamos justicia entre las contribuciones aportadas para una meta y los resultados obtenidos, que traducido al argot empresarial sería  la relación que existe entre el esfuerzo empleado y la recompensa recibida, como puede ser el salario (como elemento más objetivo y visible) u otros más subjetivos como la realización profesional, el trato recibido, las compensaciones, los privilegios, etc.

4.      El sentimiento de reciprocidad: siempre que establecemos un “contrato”, ya sea laboral o afectivo, necesitamos sentir que ambas partes cumplen con su acuerdo, y si alguno de ellos lo rompe, aparece el sentimiento de engaño. Como sucede en los casos en los que el contrato registra horarios concretos que son sistemáticamente alterados, esclavizando al trabajador a condiciones laborales extremas.

5.      El sentimiento de  justicia procesal: la supervivencia de un grupo depende de que la toma de decisiones sea consensuada por todas las partes. Cuando aparece una desigualdad y el proceso de comunicación se rompe, se impone, es autoritario o desplaza a sus miembros, tanto en horizontal (entre iguales) como en vertical (trabajador-jefe) se condena a la extinción.

6.      El sentimiento de protección: al igual que sucede en las familias, donde sus miembros necesitan sentirse arropados por aquel que ostenta el símbolo del poder (que normalmente se asocia al padre), es necesaria la figura de un líder fuerte, protector y con capacidad para establecer y enseñar los límites así como designar el reparto de tareas, sin las cuales, el trabajador puede sentirse desorientado en su labor profesional.

A sabiendas de que el rendimiento de los trabajadores es directamente proporcional a su satisfacción en el puesto y ésta es mayor (entre otras cosas)  cuando el empleado siente que forma parte de la empresa, se identifica con ella, se siente recompensado por sus esfuerzos, cumple sus acuerdos, establece una buena comunicación, y existe un liderazgo adecuado, cabría esperar  que los empresarios cuidaran sus recursos humanos en aras de una mayor productividad.

 

Psicóloga en Cáceres y Salamanca. Aurora Gardeta.