La terapia online ha roto muchas barreras que antes nos encontrábamos a la hora de realizar terapia y ha añadido un plus de comodidad y privacidad, manteniendo las mismas prestaciones y eficacia que una terapia presencial.

Por un lado, hay un grueso importante de pacientes comprendidos en el intervalo de edad  en el que se enfrentan a su inserción laboral o que se están consolidando como profesionales. En estas circunstancias es cada vez más frecuente el hecho de tener que cambiar de ciudad (incluso de país). Ahora con esta modalidad de tratamiento ya no tienen que manejar la inseguridad de tener que volver a empezar con otro profesional desde cero, sino que pueden continuar su tratamiento, sin más complicaciones, estén donde estén.

Este paso también ha facilitado una mayor libertad y anonimato a personas que viven en ciudades o pueblos pequeños, que prefieren no ser vistos entrando en una consulta de psicología o que tenían que desplazarse para acudir a un terapeuta que no estuviera relacionado con su entorno. O pacientes que tras haberse sentido acogidos con un profesional y saben de un ser querido que necesita ayuda, ahora pueden recomendarle a su terapeuta con independencia de dónde se encuentren.

Impedimentos como una lesión, problemas de movilidad, personas que cuidan a familiares mayores o padres que no tienen con quién dejar a sus hijos durante el tiempo de la sesión ya pueden beneficiarse de esta ventaja: cómodamente desde casa, simplemente con un ordenador y conexión a internet. A diferencia de su “predecesora” la terapia a domicilio, en este caso, no se invade la intimidad del hogar.

Y aunque durante algún tiempo ha habido ciertas reticencias a este modelo de trabajo, lo cierto es que no existen diferencias entre los tratamientos presenciales y los tratamientos online: el paciente es el mismo y el terapeuta es el mismo tanto si están al otro lado de la mesa como si lo están al otro lado de la pantalla.

Al final lo realmente importante es que estén presentes los factores que hacen que una persona se sienta cómoda en su terapia, como son los sentimientos de comprensión, de conexión mutua, la profesionalidad, la aceptación, la experiencia o la empatía y no tanto cuál sea el encuadre.

 

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Aurora Gardeta Gómez. Psicología para todos.