Desde hace años se viene detectando una inquietante proliferación de las llamadas pseudoterapias, esto es, personas que actúan como psicólogos sin serlo. Adquieren muchas nomenclaturas que pueden confundirse fácilmente con una terapia psicológica: desde terapeutas, coaching emocionales, hipnotizadores, orientadores y un sinfín de ofertas que buscan soluciones rápidas sin acreditación profesional y mucho menos con formación en psicología.

Lo más alarmante del asunto es el vacío legal en cuanto a la formación exigida para tales prácticas y la falta de control respecto de ellas.

Ejemplo de ello son las constelaciones familiares, en auge actualmente, que remueven recuerdos del pasado en talleres grupales con el riesgo de levantar conflictos infantiles que requieren de un seguimiento individual y profesionalizado.

Pero en cuestiones mucho más sencillas también lo encontramos. Supongamos dos personas que consultan a un coach para manejar conflictos en el trabajo. A pesar de que el objetivo sea el mismo en ambos casos, solo un psicólogo clínico puede averiguar qué hay debajo: si el problema a superar data de un conflicto en el manejo del estrés, es el reflejo de un rasgo obsesivo de la personalidad o se trata de una psicosis latente que se manifiesta con ideas delirantes de suspicacia.

El no contar con un conocimiento de cómo funciona la psique y orientar a la persona basándonos en la “apariencia del conflicto” puede desatar un problema aún mayor como levantar mecanismos de defensa que estaban funcionando como soporte a una personalidad frágil.

Asegurarse que la persona que nos atiende tiene la formación necesaria, pedir el número de colegiado al profesional o informarnos de su recorrido académico son los recursos con los que contamos para tratar de evitar caer en una pseudoterapia.

Psicóloga en Cáceres. Aurora Gardeta. Terapia online y presencial.