Una de las primeras barreras con las que se encuentra la gente a la hora de acudir a un psicólogo es tolerar la incertidumbre de cómo será la primera sesión. ¿Qué tengo que decir? ¿Qué me va a preguntar? ¿por dónde empiezo? Y la respuesta es sencilla: no hay un esquema de cómo debe ser la primera sesión.

Cada persona hace de su primera -y resto de sesiones- algo totalmente diferente, y para eso estamos preparados los profesionales. No existe una forma correcta de plantearla pero si tuviéramos que hacer una analogía con una situación conocida es similar a cuando nos sentamos delante de un amigo a contarle qué nos sucede.

Con una diferencia fundamental: el que tenemos delante es una persona cualificada para comprendernos, escucharnos y ayudarnos si no sabemos ni por dónde empezar. De hecho esa una de las frases más frecuentes en la primera sesión: “¿por dónde empiezo?” y nuestra respuesta suele ser unánime: por donde tú quieras. Ni siquiera es necesario que sea por el principio. Así la persona se encuentra con la libertad de expresarse sin la presión de hacerlo de manera ordenada: sea como quiera que lo cuentes, estará bien hecho.

A veces el nerviosismo del inicio aparece porque uno espera “hacerlo bien” y esa expectativa se convierte en una exigencia. Ser consciente que, de nuevo en analogía con una situación conocida, si fuera un examen, el único que se pone a prueba en la sesión es el profesional.  Somos nosotros quienes tenemos que hacerlo bien. Somos nosotros quienes tenemos que esforzarnos en que nuestro paciente se sienta a gusto. Y nosotros quienes tenemos que averiguar cómo comprenderle a la perfección. Pero en ningún caso ese esfuerzo tiene que asumirlo el paciente. El paciente solo se tiene que preocupar de sí mismo y nosotros de él.

Hace poco en una primera sesión una paciente se pasó prácticamente los 45 minutos hablando sin respiro y al terminar se disculpó diciendo: “perdona, tengo que tenerte la cabeza mareada”.

Nada más alejado de la realidad. Es nuestro trabajo y estamos entrenados para organizar las ideas y preparados para escuchar todo el tiempo que necesite En el espacio terapéutico si alguien se ocupa de alguien es el psicólogo del paciente, nunca al revés.

Y por último, otro referente conocido para orientarse en esta primera sesión: en analogía con un trabajo, cada paciente es el “jefe” de su psicólogo, el que dice lo que quiere y espera de nosotros, y el terapeuta es el “empleado” encargado de buscar la forma de conseguirlo.

Psicólogos en Cáceres. Aurora Gardeta. Terapia online y presencial.