Hace tiempo hablábamos de una clasificación que resumía dos formas de educar: padres jardineros vs padres carpinteros (http://gardetapsicoterapia.es/psicologia/padres-carpinteros-y-padres-jardineros ) para referirnos a aquellos padres que educan o bien “regando y dejando que la planta (hijo) crezca” en el primer caso o bien tratando de “dar forma a la madrera (niño)” para conseguir piezas perfectas en el segundo.

En otra ocasión también describíamos otra forma de no-educar, que llamábamos “papá Mc Donal” (http://gardetapsicoterapia.es/psicologia/el-sindrome-del-papa-mc-donal ) figura que aparece con frecuencia tras las separaciones en las que el padre, solo presente fines de semana alternos, se convierte en una figura de diversión que descuida los límites y tareas educativas.

Pues bien, hoy ampliamos 5 categorías más que giran en torno a la “sobre-protección” en la que nos encontramos con:

Uno: los padres quita-nieves o apisonadoras, es decir, aquellos que en vez de preparar a los hijos para el camino, preparan el camino para los hijos, allanándolo hasta eliminar cualquier obstáculo que pudieran encontrarse.

El segundo tipo sería el papá guardaespaldas: aquel que no permite que nadie “toque a sus hijos” ni les sometan a la más mínima frustración.

El tercer tipo: la madre bocadillo, a la que podemos encontrar en los parques, persiguiendo a sus hijos con el tupper de fruta o el sándwich de la merienda. Mientras el niño está jugando, ella va detrás a la espera de que el hijo se dé la vuelta cuando considere para darle un “mordisquito” a la comida.

El cuarto tipo, la madre helicóptero, aquella que sobrevuela a sus hijos, pendiente de cada uno de los pasos que van dando para supervisarlos, apartarles del peligro o simplemente como un acto de control.

Y por último, una categoría que me enseñó una sabia paciente que viene dejando atrás este tipo de modelo educacional: la madre escoba, la que va limpiando, recogiendo la ropa sucia por los rincones, haciendo la cama de sus vástagos aun cuando la edad de ellos es más que suficiente para que se encarguen de sus propias tareas.

En cada una de estas fórmulas educativas, se confunde la protección natural esperable y sana que deben ejercer los padres con el evitar que los hijos sientan cualquier tipo de malestar o se responsabilicen de sus actos, restándoles la autonomía necesaria para su correcto desarrollo. En el fondo a pesar de sus diferencias, estos 5 modelos comparten la misma dinámica: sobreproteger es desproteger.

Psicóloga en Cáceres. Aurora Gardeta. Terapia online y presencial.