A lo largo de los años la psicología se ha afanado en comprobar sus teorías para descubrir cómo es el funcionamiento de nuestra mente. Sin embargo no todos los métodos que se han utilizado cumplían con lo que hoy entendemos como una experimentación ética.

Algunos de ellos incluso se han llevado al cine por las dramáticas repercusiones que tuvieron en sus participantes como  “ la ola” o “el experimento”.

Uno de estos ejemplos tuvo lugar con un bebé de 11 meses llamado Albert, con el que quisieron comprobar el efecto del condicionamiento clásico en humanos.

Hasta ese momento, Pavlov había descubierto en su experimentación con animales que se podían asociar dos estímulos a una respuesta innata. En este caso, presentaban comida a un perro comprobando que la respuesta de salivación aparecía de manera inmediata y que tras asociar la administración de comida precedida por una luz, al poco tiempo no era necesario que apareciese la comida: la simple presentación de la luz era suficiente para generar la respuesta de salivación.

Más tarde otro investigador (Watson) quiso comprobar si el condicionamiento también era aplicable en humanos utilizando al pequeño Albert. Lo dejaron en una habitación en compañía de una rata, sin que el niño mostrase ninguna señal de pavor. Sin embargo incluyeron frente a la presencia de la rata el estruendo de martillazos.

El resultado fue que tras varias repeticiones el bebé terminó generando un pánico desmedido frente a las ratas, y es más, con el tiempo se generalizó a otros elementos similares, provocándole varias fobias a todo lo relacionado con el pelo y la textura del animal.

Psicóloga en Cáceres. Aurora Gardeta Gómez