Un estudio realizado por la psicóloga Kayla Knopp demostró que las personas que habían sido infieles en una relación tenían 3 veces más probabilidades de volver a serlo en la siguiente que el resto de personas que nunca lo habían sido antes. Parece que una vez se traspasa la barrera de la “deslealtad” resulta más fácil volver a cruzar la línea de nuevo.

Quizás porque la llamada disonancia cognitiva, esto es, la incomodidad que se produce cuando no actuamos en función de nuestros criterios “morales”, nos lleva de manera invariable a justificar nuestros actos para mantener una imagen de nosotros mismos que se adecúe a las acciones que realizamos, restándole importancia, trivializando las consecuencias o normalizándolo.

En cualquier caso, este hallazgo de la investigación, podría servir de advertencia para aquellas personas dispuestas a iniciar una relación con una pareja a la que conocieron cuando todavía estaba comprometida o en el caso contrario, cuando se conoce la infidelidad y tras el correspondiente arrepentimiento, se restablece de nuevo la confianza y se continúa la relación.

Cierto es que la estimación del comportamiento humano es muy complejo y las estadísticas no se aplican como fórmulas matemáticas exactas… siempre existe la excepción a la norma.

Ahora bien, ¿qué aspectos intervienen para que aparezca la primera vez o se repita en las sucesivas?

De nuevo la psicología ha arrojado luz sobre este tema tan controvertido detectando el conjunto de  factores  implicados.

Uno de ellos es, como no podía ser de otra manera, la falta de compromiso en la relación. Parejas que atraviesan dificultades, o las relaciones que no están suficientemente consolidadas son más vulnerables a la infidelidad.

Por otro lado, el que descienda la satisfacción en la relación es un factor de riesgo primordial para que aparezcan terceras personas. En estos casos la pareja se sostiene más por cuestiones externas al amor como la hipoteca, la responsabilidad con la familia del cónyuge o los propios hijos que con  un sentimiento genuino de amor hacia el otro.

Pero no solo aparece en estos casos. Aun habiendo una buena relación sentimental, la infidelidad puede presentarse vinculada a factores de personalidad. Dentro de estos, la personalidad egocéntrica y con rasgos hedonistas es la más proclive al engaño.

Y por último, siguiendo las teorías clásicas de Bowlby, las personas con apego inseguro, evitativo o ansioso son más tendentes a cometer una infidelidad que aquellos que tengan un apego seguro.

Psicóloga en Cáceres. Terapia de pareja presencial y online. Aurora Gardeta