La revolución del amor viene advirtiendo multitud de cambios en su paradigma a todos los niveles: de los rituales de cortejo al amor en tiempos de tinder  (http://bit.ly/2GJLE3D) de una persona para toda la vida a una persona en cada ocasión (http://bit.ly/2Zz90A7) de los prefijos homo hetero y bi para definir la orientación sexual a una lista casi inabarcable (http://bit.ly/2W59VGz) y ahora, del concepto de pareja a las relaciones sentimentales como termino genérico que pueda cubrir el amplio espectro de variantes que lideran la experiencia  actual.

Frente al estamos juntos o cada uno por su lado, se ha llegado a lo que Esther Perel bautiza como AMBIGÜEDAD ESTABLE, que se puede resumir en la siguiente frase: “quiero tenerte tan cerca como para no sentirme solo pero suficientemente lejos como para no cerrarme oportunidades”.

Los psicólogos recibimos cada vez más peticiones de ayuda de personas incluidas en este nuevo formato que buscan clarificar sus emociones y encontrar el lugar que ocupan para el otro, que cuando no es elegido, puede resultar desconcertante.

El caso es que detrás de este planteamiento hay una lógica que subyace y es que pretende reconciliar las dos necesidades básicas que buscamos cubrir en términos generales en nuestra vida cotidiana y en particular en nuestras relaciones emocionales: 1) la seguridad, lo que implica necesariamente la predictibilidad, que sepamos qué va a suceder mañana, pasado y al otro, pero a la par 2) la novedad, el riesgo y el misterio.

Teniendo en cuenta que se trata de realidades antagónicas, quizás la trampa sea formular un proyecto tan ambicioso que pretenda unificarlas en un todo con sentido (y consentido) que es el que parece ser el reclamo de esta otra forma de estar.

Psicóloga en Cáceres. Terapia de pareja. Aurora Gardeta. Tratamiento online y presencial.