Un solo formato: la monogamia. Una manera de concebir las relaciones: la heterosexualidad. Una forma para ligar: él seduce, ella complace. Una manera de vivir el matrimonio: hasta que la muerte nos separe. Un reparto de tareas: yo trabajo, tú cuidas el hogar.

Hace una generación  los patrones que marcaban la relación de pareja  estaban claramente limitados: había un guión que acotaba las posibilidades y reducía la incertidumbre sobre los roles y el lugar que cada uno tenía que ocupar. Sin embargo las reglas del juego han cambiado y ahora la única regla es que no hay reglas: la seducción ya no es una tarea de hombres, la sexualidad ya no es un territorio de los heterosexuales y el flirteo tiene muchas aristas: en persona, cita a ciegas, por aplicaciones, con entrantes o directos a la cama.

Así, en el  TODO VALE, la inseguridad adquiere sus cotas más altas mezclada con el temor al fracaso que se traduce en la sensación del NADIE SABE NADA: ¿me acerco o espero a que se acerque? ¿le gustarán los chicos o las chicas? ¿seré su tipo?

Quizás esta sea una de las razones por las que proliferan las apps de contacto que reducen la brecha del desconocimiento aportando una ventaja indudable: se entiende que todos comparten un interés común (salvando algunos matices) y que si has clicado en mi perfil es que te intereso. Primera barrera superada.

Otra de las ventajas que ofrecen es la economización del tiempo: teniendo en cuenta que vivimos sometidos a la tiranía de los relojes, la opción de establecer contactos desde casa, después del trabajo o en ratos libres ayuda a salvar las limitaciones del cansancio o las responsabilidades.

Y además este formato es apto para un perfil muy amplio de personas  que de otra manera podrían quedar fuera del terreno de la seducción: los tímidos, los solitarios, los recién llegados a una ciudad, a los que no les gusta salir. En este caso se entrelazan entornos diversos fomentando la pluralidad relacional: ya no solo me vinculo con mis compañeros de clase, trabajo, amigos o amigos de amigos. Aquí todo es posible y cualquiera puede coincidir a golpe de match.

Pero también hay algunos hándicap que salvar,  no solo desde el punto de vista de las relaciones íntimas sino de la propia tendencia de nuestra sociedad. Cada vez cala más el discurso de la inmediatez donde el aquí y el ahora es la nota que predomina en la melodía y el ritmo lento parece desafinar. Desaprendemos la importancia del esfuerzo, la magia de la  espera y la tolerancia del no saber.

El sexo y las relaciones están más disponibles que nunca y a la par,  disminuye la longevidad de las parejas y aumentan las rupturas.

Seguramente ahora, en tiempos de tinder es cuando más presente debemos tener lo que  con mucho acierto señala Esther Perel: la calidad de nuestras relaciones determina la calidad de nuestra vida. Cada persona es un capítulo de ella así que ESCRIBE BIEN Y EDITA CON FRECUENCIA.

A mi querida A.R. Llegará, todo llega.

 

Psicóloga en Cáceres. Aurora Gardeta. Terapia online y presencial.