Traten de dar respuesta a este clásico dilema moral del bebé que llora: supongan que estamos en plena guerra. Los soldados vienen a atacar su aldea y todos los vecinos se han escondido en un sótano en el que hay un bebé que llora. Si alguien no lo acalla, todos serán descubiertos. La pregunta es: ¿sería lícito ahogar su llanto aun a riesgo de asfixiarlo para salvar a todos los demás?.

Pues bien, si usted es obsesivo, la reflexión de una respuesta habrá generado en su cerebro una actividad mayor que en el resto de las personas. Así lo confirma un estudio realizado por investigadores de Barcelona y Australia. En su experimento comprueban cómo los pacientes con Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) son más sensibles a los dilemas morales según el análisis neurofuncional, verificando una mayor activación de la corteza orbitofrontal de estos pacientes.

Estos datos permiten objetivar por primera vez lo que ya se venía teorizando desde los postulados psicoanalíticos. La personalidad se configura en base al equilibrio entre el ello (principio del placer) el yo (principio de realidad) y el superyó (principio del deber) y cuando existe un mayor peso en alguno de ellos en detrimento de los demás, se instaura un trastorno.

En el caso de las personalidad obsesiva (o también llamada anancástica en la psicopatología clásica), el exceso del superyó rígido es el responsable de tal  configuración, siendo el pesado código de la moralidad la guía que rige sus vidas y elecciones y la cárcel que encadena sus emociones y deseos.

Psicóloga en Cáceres. Aurora Gardeta. Terapia online y presencial.