Ser negativo no es una enfermedad sin cura, ni una condena irreversible que haya que asumir abandonándose a la idea de  “es que yo soy así y no puedo ser de otra manera”.

Tenemos (metafóricamente hablando) 2 cerebros: uno, el cerebro emocional, normalmente responsable de los pensamientos negativos automáticos que cada día nos afectan y van generando sentimientos de tristeza, apatía, angustia, etc. Y un cerebro racional, aquel que nos ayuda a ser realistas (aunque no necesariamente implique por ello ser positivo).

Si te ves reflejado en la imagen de una persona negativa es que tienes poco desarrollado tu cerebro racional y al igual que sucede con los músculos del cuerpo, necesita de un entrenamiento para hacerse fuerte frente a la lucha con tu cerebro emocional. ¡Así que manos a la obra!. Vamos a ver un sencillo ejercicio para llevar a tu mente al gimnasio.

Dibuja una tabla compuesta por 4 columnas con los siguientes títulos: 1) SITUACIÓN, 2) PENSAMIENTO NEGATIVO, 3) DISTORSIÓN, 4) PENSAMIENTO RACIONAL.

Una vez tienes la tabla dibujada rellena la primera casilla dedicada a identificar la situación que te hizo sentirte mal. Supongamos: llego al trabajo y me encuentro a mi jefe con el gesto serio y distante. Ya tenemos el primer paso. Vamos al segundo: identificar el pensamiento negativo, es decir, la interpretación que hago de esa situación que constituye la segunda columna, por ejemplo: “ya está enfadado conmigo”. Es importante que cuando llegues a esta columna elabores una frase concisa y clara que resuma lo que has pensado, para poder llegar al 3º paso: identificar cuál es la distorsión cognitiva que has cometido.

Para ello clica sobre el siguiente enlace https://goo.gl/jr8qPX   y busca dentro del listado la que más se adecúe a lo que pensaste en ese momento. En nuestro  ejemplo encontramos la llamada personalización que consiste en la tendencia a atribuirse a sí mismo fenómenos externos sin una base firme para ello, es decir, en nuestro ejemplo, creer que la razón por la que tu jefe está de mal humor se relaciona con algo que has hecho (cuando no necesariamente tiene que ser así).

Y por último llegamos a la cuarta columna: elaborar un pensamiento racional (que no por ello positivo). Si hemos identificado bien la distorsión esta columna casi la rellenamos simplemente argumentando en contra de la propia definición de la distorsión. Es decir, si la distorsión es la personalización y consiste en atribuirse fenómenos externos, el contrario sería no atribuirse fenómenos externos y contemplar que existen otras razones por las que tu jefe está de mal humor y no tiene que ser necesariamente porque hayas hecho algo malo. Puede haber tenido un mal día, haber discutido con una persona, etc.  Aquí es donde utilizamos el razonamiento lógico que  nos ayuda a entrenar nuestra mente racional.

La propuesta que hacemos es que lo entrenes diariamente, con todas las situaciones de la vida cotidiana que te hagan sentir mal. Poco a poco verás cómo tu capacidad para analizar las cosas de forma realista evoluciona al igual que lo hacen los músculos cuando vamos al gimnasio: cada día cuesta menos levantar peso porque el músculo está más desarrollado.

Psicóloga en Cáceres. Terapia online y presencial. Aurora Gardeta