Cuando vemos que ha pasado un tiempo razonable tras una situación difícil y el sufrimiento sigue estando presente, entonces debemos tomar consciencia de que no estamos curando la herida sino dejando que ella sola lo haga y es probablemente el momento idóneo para empezar a intervenir de forma activa.

Supongamos que atravesamos una situación dolorosa del tipo un duelo (ejemplo: una ruptura sentimental).  Tenemos dos opciones: podemos dejar que el tiempo cure las heridas, es decir, no hacer nada. Dejar que poco a poco los recuerdos se vayan disipando y el dolor desaparezca. Desde luego de esa manera antes o después dejamos de sufrir pero no podemos olvidar que el dejar que la herida “se cure sola” implica que se va cerrar tarde y mal. Comportamientos como hablar de la persona en todas las conversaciones (como el ingenioso título de la película de Trueba: todas las canciones hablan de mí) lo hacen presente permanentemente. Entrar de forma indiscriminada en sus redes sociales, recrearse en conversaciones mantenidas o simplemente utilizar los tiempos muertos en imaginar vivencias pasadas o situaciones inventadas NO AYUDA A CERRAR LA HERIDA.

La otra opción es hacernos cargo de la herida para que sane antes y mejor: desinfectarla, darle puntos de sutura para que la cicatriz se note lo menos posible y vendarla, protegerla de las inclemencias del tiempo. Y una manera de hacerlo es forzarnos a estar en el presente, aquí y ahora. Si estoy trabajando centrarme en mi tarea. Si estoy  cocinando, atender al guiso. Si tengo la tentación de hablar de la persona, desvío mi atención y me centro en lo que tengo delante: una película, una conversación, una novela. Y no traigo su recuerdo una y otra vez, ni miro sus fotos en un intento por rescatarlo sino que me cuido, me sereno y no permito que mi mente invierta su tiempo en elucubrar algo que no está sucediendo y me duele. Y de la misma forma que lo aplicamos para las personas, se extiende al resto de contextos: una preocupación que nos acecha, un pensamiento rumiativo, un miedo, la añoranza de un lugar o un tiempo pasado que no vuelve.

Tras un tiempo de asimilación lógica, donde permitirse sacar (e incluso nadar) en el dolor como parte del proceso de avance, es necesario AYUDARNOS A CERRAR NUESTRAS HERIDAS curándolas para que terminen sanando.

Psicóloga en Cáceres. Aurora Gardeta. Terapia online y presencial.