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Todos hemos oído hablar de la ansiedad, un término alarmantemente popular, extendido en el discurso médico, incluido en todas las clasificaciones internacionales, de moda en los medios de comunicación y presente en la inmensa mayoría de las consultas de psicología, pero ¿alguna vez han visto a alguien afirmar que LA ANSIEDAD NO EXISTE? Pues bien, este sinsentido entraña una lógica aplastante. Y es que NO EXISTE ningún síntoma que sea patrimonio exclusivo de la ansiedad.

Las experiencias que relatan aquellos que son diagnosticados de ansiedad son tan variadas como variables. Primero de tres: porque nos encontramos que frente al mismo diagnóstico unos sienten falta de aire, otros mareo, otros agobio, otros hormigueo, vómitos, nervios, visión borrosa, dolor de barriga, presión torácica, malestar, embotamiento, temblor, nerviosismo, calor, frío … y un largo larguísimo etcétera. Pero ya no solo resulta que la comparación entre diferentes personas puede ser totalmente distinta, sino que incluso dentro de la misma, con el paso del tiempo, aquello que se identificaba con ansiedad ya no es y empieza a ser otra cosa, dos de tres.

Y en tercer lugar, vistas las dimensiones inter-personal e intra-personal, ahora llega el análisis a la inversa: los mismos síntomas que se atribuyen a la ansiedad son percibidos por personas que no sienten ansiedad.

Así que partiendo de cero, empezamos la ecuación donde la incógnita se despeja  atendiendo a la subjetividad: la ANSIEDAD NO EXISTE COMO TAL, solo existe la interpretación de que algo que es sentido como incómodo o indeseable se resuelve con esta categoría como podría haber sido otra cualquiera.

Lo único que le es inherente a esta fórmula es el miedo que utiliza como alimento y el rechazo como silla donde sentarse a esperar.

Si la persona experimenta cualquiera de las sensaciones descritas sin el menor ápice de miedo, no hay tal diagnóstico y si además no le presta atención, no es ansiedad. Es otra cosa, es simple y llanamente todo lo dicho (agobio, malestar, nerviosismo, temblor).  Y es que la ansiedad es el único invitado que acude allí donde es rechazado y es tan pretencioso que solo se queda donde recibe el protagonismo de su portador.

No se lleva bien con la ignorancia así que donde ésta aparece la ansiedad se diluye. Si no le da un espacio en su vida (si no lo alimenta ni le da sitio para sentarse) no se queda. Sin la connotación del miedo a lo sentido, no es ANSIEDAD.

En definitiva la ansiedad es miedo a las sensaciones físicas y baños de atención. Sin estos dos factores NO EXISTE NI SE DIAGNOSTICA.

Psicóloga en Cáceres. Aurora Gardeta. Terapia online y presencial.