Cuando estamos inmersos en una relación sentimental ponemos grandes expectativas en ella, y el deseo de que funcione puede ser un fuerte agente protector del vínculo, aun a pesar de que los sentimientos más profundos vayan en contra.

Conscientemente tenemos muchas estrategias engañosas para convencernos de aquello que queremos, como la racionalización (es que es una bella persona), la negación (ese defecto no tiene importancia), la represión (“sacar” de nuestra mente lo que rechazamos del otro) y un sinfín de mecanismos defensivos que nos mantienen ajenos a la verdad por un tiempo.

Pero el inconsciente alberga la esencia de nuestras preferencias y es precisamente lo que ha demostrado un grupo de investigación de la Universidad de Florida.

Freud ya decía que para acceder al subconsciente (https://goo.gl/gEjdrK) contamos con 3 vías: los actos fallidos (lapsus linguae), los sueños y la asociación libre, siendo esta última la usada en el estudio en el que seleccionaron una muestra de 135 parejas recién casadas con un seguimiento de 4 años.

Analizaron sus impresiones conscientes acerca del matrimonio, mostrándoles pares de adjetivos opuestos (como bueno-malo, satisfecho-insatisfecho) que calificasen su relación, pero además les presentaban imágenes de su cónyuge durante un tercio de segundo, tras el cual tenían que pulsar una tecla  indicando si la palabra mostrada era positiva o negativa. La rapidez de la tarea bloquea todo acto consciente, dejando al descubierto el proceso inconsciente.

Asociar palabras como bello al pulsador positivo o repugnante al negativo es una tarea fácil. Sin embargo la tarea se complica si la foto del ser amado se coloca entre medias de la decisión. La disonancia inconsciente que genera visualizar la foto de la pareja cuando la relación es buena a el botón negativo (a pesar de que la palabra mostrada lo sea) aumenta los tiempos de reacción y a la inversa (asociar la imagen de la pareja con la que se tiene una relación de conflicto al botón positivo genera el mismo efecto). No es así cuando el triángulo palabra-foto-botón va en coherencia con los sentimientos reales.

Por tanto, encontraron en las parejas con mejor relación tiempos de reacción muy rápidos para indicar que palabras como “increíble” son “positivas” y muy lentos para indicar que palabras como “horrible” son palabras “negativas».

La mente es como un iceberg, que flota con una séptima parte de su volumen por encima del agua. Sigmund Freud.

 

Psicóloga en Cáceres y Salamanca. Aurora Gardeta.