Trastorno por el cual la persona, a pesar de sus logros académicos o profesionales, se siente un fraude.

7 de cada 10 personas que lean este artículo, lo han sufrido en algún momento de su vida, y con mucha probabilidad las 3 restantes conocen a alguien que encaja en la descripción del “síndrome del impostor”.

El retrato de este trastorno consiste en pensar no ser merecedores de los éxitos conseguidos  y temer ser descubiertos como “impostores” porque sienten que no están a la altura de las expectativas que hay sobre ellos  y creen estar engañando a todos cuando en realidad  no son ni tan buenos ni tan inteligentes.

Detrás de lo que comúnmente se llama “falsa modestia”, puede esconderse en realidad un “síndrome del impostor”. Por ejemplo, si les hacen un cumplido, utilizan todo tipo de excusas para evadirlos: “ha sido un golpe de suerte”, “es que me han ayudado”, en vez de reconocer su mérito y agradecer el elogio.

Y es que cometen lo que en psicología llamamos “error de atribución” es decir, una percepción distorsionada por la que relacionan las causas de los sucesos positivos (el éxito) en función de agentes externos (la suerte) en vez de atribuirlos a causas internas (inteligencia, capacidad, competencia, etc.).

Relacionado con el pesimismo defensivo (PD), el  temor al fracaso y la desconfianza en su propia capacidad les lleva a tener expectativas negativas de su rendimiento aun a pesar de contar con innumerables experiencias de logro.

Seguramente recuerdan a algún tedioso compañero de estudios que llegaba a los exámenes angustiado pensando que iba a suspender cuando en realidad se trataba del alumno más brillante y aventajado.

Aunque es más frecuente en personas que ostentan puestos de responsabilidad y cuentan con un nivel académico alto, suelen ocupar puestos muy por debajo de su potencial.

La trampa de este síndrome les impide evolucionar, pedir ascensos o involucrarse en grupos de alta competencia sumidos en la sensación de no merecer el progreso que les corresponde.

 

Psicóloga en Cáceres y Salamanca. Aurora Gardeta.