Ya queda menos para la llegada de los Reyes Magos con el que se cierra el aluvión de sensaciones, encuentros y rituales asociados a la navidad.
De todos los momentos que se han sucedido en este periodo festivo seguramente este es el día menos controvertido desde el punto de vista emocional aunque de nuevo los más pequeños llevan la delantera del disfrute.
Cierto es que la idea de amanecer con algún que otro regalo tras la llegada de sus majestades despierta el factor ilusión en grandes y pequeños al incluir los 2 factores inherentes a las sorpresas: su carácter de incertidumbre (no saber que nos dejarán) y el ingrediente de la novedad (el estrenar el obsequio/juguete) .
Pero a pesar de ello las diferencias en varios aspectos clave inclinan la balanza hacia los jóvenes.
Por una parte, porque su psique funciona más en el terreno de la fantasía que en la realidad y al priorizar la imaginación, todo lo que vaya acorde con ese esquema, como sucede en Reyes, les moviliza y entusiasma con mayor intensidad que a nosotros.
Esta diferencia nos explica por qué un niño puede divertirse literalmente el doblefrente a la misma situación, cuando por ejemplo, juega a construir una grúa (y ese tiempo tiene sentido en sí mismo) y luego juega con ella, mientras que el adulto necesita que funcione para apreciarla.
O por ejemplo, los pequeños duermen entusiasmados pensando que esa noche llegan los reyes magos aunque no los vean, cuando los adultos hasta que no comprueban que los regalos están en el árbol no “creen” en ellos.
Otra gran diferencia es lo que llamamos “psicopatoplasticidad”, una cualidad infantil.
A los adultos en general nos cuesta más modificar las rutinas, no somos tan plásticos como los niños, de manera que para nosotros todos los cambios de horarios, hábitos y compañías asociadas a la navidad pueden funcionar como un agente estresor cuando para los pequeños es una transición que hacen sin tanto esfuerzo.
Y no solo para entrar en la navidad sino también para salir de ella: el llamado síndrome o depresión postvacacional que también está presente en un número importante de los más mayores.
Aunque no existe como tal en ninguno de los sistemas internacionales de clasificación y no es una patología específica, si entraña un periodo de ajuste que requiere poner en práctica la capacidad de adaptación.
Psicóloga en Cáceres Aurora Gardeta. Terapia online y presencial.
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