Fígense en lo que ocurrió en un aula con estudiantes elegidos al azar: la consigna era la misma para todos: les voy a entregar un papel con 3 grupos de letras desordenadas. Para cada una de ellas, deberán formar una palabra ordenándolas. No pasen a la siguiente hasta resolver la anterior. A una parte de la clase se les entregó, supongamos este papel:
1. SACA
2. ZPILA
3. BORVE
A la otra parte de la clase se le entregó, por ejemplo, este contenido:
1. GTULOSPZ
2. PRUXMCAL
3. BORVE
Tras el primer intento, dado un tiempo para su resolución, aquellos que hubieran conseguido formar una palabra, debían levantar la mano. Todos los del primer grupo lo hicieron, nadie del segundo. Lo mismo ocurrió con el segundo intento, ya que los supuestos del segundo grupo no podían resolverse. Llegados a la tercera opción, que era la misma para ambos grupos y consistía en formar la palabra “verbo”, ¿qué creen que ocurrió?
De nuevo se repitió el mismo fenómeno: todos los alumnos del primer grupo levantaron la mano, pero ninguno del segundo.
No había ninguna diferencia en cuanto a inteligencia o capacidad entre ambos grupos sin embargo la frustración había producido en los últimos la llamada: indefensión aprendida.
Este fenómeno descubierto por Seligman en experimentos con animales, que más tarde fue comprobado con humanos, demostró cómo cuando nos enfrentamos repetidamente a una situación conflictiva que no podemos solucionar a pesar de nuestros esfuerzos, generamos una expectativa de fracaso que nos impide resolver aquello para lo que sobradamente estamos preparados.
Psicóloga en Cáceres y Salamanca. Aurora Gardeta.
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