La connotación que vienen adquiriendo las navidades desde un punto de vista psicológico es la más parecida a un duelo: esto es, la despedida del final de un tiempo que termina. De ahí que sean fechas melancólicas para algunos, pero también representan su contrario: la construcción y una nueva oportunidad con el comienzo del año que está por llegar.

De manera que se convierte en un espacio propicio para la reflexión donde analizar las cosas que nos han pasado como una mirada retrospectiva y las que nos gustaría que sucedieran: la necesaria visión del futuro alentador que nos queda por experimentar y que funciona como un motor de aliento para continuar mirando hacia delante.

Desde esa perspectiva se fomenta la ilusión de situaciones de cambio en la que se insertan los propósitos para el año nuevo, tal y como ocurre con todo aquello a lo que nos enfrentamos por primera vez: que tratamos de anticiparlo en la fantasía.

Pero quizás ahí esté la trampa por la que a veces se ven frustradas las expectativas y es que la idea de un nuevo  comienzo solo se vive en la imaginación, en el calendario. Cuando llega el día uno, el trabajo, la familia, los amigos, la ciudad, las actividades o responsabilidades son las mismas que eran días antes.

Cierto es que el primer paso para establecer cualquier cambio es tener la intención, que surja un verdadero deseo de hacer algo nuevo y que además establezcamos un plan para realizarlo. Pero también un elemento importante es que exista un contexto real que lo posibilite, que nos comprometa y nos apoye.

Y vista la trampa, llega el truco: solo las  expectativas realistas son las que nos reconducen a objetivos cada vez más altos.

Es mucho más accesible plantearnos objetivos paulatinos, escalonados, que en la medida que los conquistemos nos alientan a dirigirnos al siguiente, que formular cambios drásticos cuyo esfuerzo puede ser desbordante, colocándonos con más probabilidad frente al fracaso o la desmotivación.

En resumen: solo esperando conseguir alcanzar el inmediatamente próximo es que podremos realizar el más ambicioso de ellos.

Psicóloga en Cáceres Aurora Gardeta. Terapia online y presencial.