Se acercan las fechas más señaladas de este periodo festivo de las navidades: nochebuena, navidad, nochevieja y año nuevo. 4 fechas clave concentradas en 9 escasos días con una carga emocional sin comparación donde se mezclan presiones sociales (comidas de empresa, reuniones familiares, festejos con amigos), momentos de reflexión (la revisión del año que se deja atrás y la expectativa del año venidero) y la exigencia de la felicidad como el único acompañante aceptable.
Plagada de un simbolismo afectivo individual e intransferible, no hay dos maneras de vivirla sino tantas como historias personales. Sin embargo algunas claves pueden ayudar a que los que no la disfrutan al menos tampoco la vivan con excesiva melancolía. Cuatro de ellas son:
1.- Mantener expectativas realistas:
La navidad no es perfecta, los encuentros no tienen por qué serlos y tampoco lo son nuestras expresiones emocionales. Reformular las expectativas nos ayuda a desembarazarnos de sobre-esfuerzos como disimular la tristeza o aparentar estar mejor de como uno se encuentra disminuyendo la distancia subjetiva entre lo que tenemos y creemos que deberíamos tener.
2.- Buscar el equilibrio relacional:
Así como cuando pasamos mucho tiempo solos nos disponemos a buscar la compañía en los demás, al contrario sucede que frente a un exceso de relaciones, podemos echar en falta momentos de soledad. Reconocer nuestros deseos de limitar el contacto social y respetarlos puede ayudarnos a recuperar el espacio personal que cada cual necesita.
3.- Coger distancia y mantener una actitud crítica
Cuestionar el bombardeo publicitario, la invitación al consumo, o el estrés de las compras ayuda a reconducir nuestra actitud frente a las navidades de una manera menos represiva y exigente.
4.- Recuperar el sentido de la navidad:
Comprender que como cualquier fecha, no hay una sola manera de vivirla sino tantas como personas con su peculiar concepción de ella. El intento por ajustarnos a los modelos que se nos ofrecen siempre resultará más complicado que ajustar los modelos a nuestras propias necesidades, deseos y posibilidades.
Y para terminar, cualquiera de estas vivencias al final va a depender de la habilidad para adaptarnos a los cambios, la resistencia a las posibles presiones, la comprensión y el respeto de nuestro estado emocional o la coherencia con nuestros propios deseos.
Así que en definitiva, la madurez personal es el factor psicológico fundamental que nos protege y determina cómo vivimos la navidad.
Psicóloga en Cáceres. Aurora Gardeta. Terapia online y presencial.
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