¿Te distraes con facilidad? ¿Te sorprendes realizando una tarea de forma automática mientras tu mente viaja por las nubes? ¿imaginas con frecuencia experiencias vividas o aquellas que están por llegar?

No eres el único. Según un estudio publicado por la revista Science, el 50% de nuestro tiempo lo pasamos inmersos en nuestras propias fantasías, que adquieren una ganancia de placer independiente a la aprobación de la realidad.

Y es que toda fantasía parte y se aparta de lo perceptual, ayudándonos a superar las limitaciones del mundo que nos rodea, creando un guión con las imágenes que devienen de los sentidos, recuerdos, emociones o anhelos.

La fantasía adquiere por tanto una función reparadora, necesaria para la liberación del inconsciente, que alcanza su máxima expresión durante sueño, aunque no es su única vía de salida.

También soñamos despiertos, y según los investigadores de la Universidad de Harvard, llegamos incluso a hacerlo hasta una vez por minuto. Sin embargo la fantasía es un arma de doble filo: las personas son menos felices en los momentos de desconexión mental.

Resulta por tanto que aunque la evasión se ligue a nuestras experiencias y en ella adquieran sus significaciones,  la realidad sigue siendo el más potente sostén de nuestros deseos.

Y para terminar, un último dato curioso que nos desvela el estudio: acostumbramos a dispersar nuestra mente  mientras realizamos todo tipo de tareas excepto cuando se mantienen relaciones sexuales,  única gratificación dispuesta a prescindir de cualquier agente auxiliar.

Psicóloga en Cáceres y Salamanca. Aurora Gardeta Gómez.