En ocasiones aparece una sensación de miedo o preocupación frente a situaciones que de forma objetiva no comportan ningún riesgo real para la persona.

Existe una gran variabilidad de temores: de tipo animal (miedo a las palomas, a los perros, a los gatos), de tipo situacional (hablar en público, relacionarse con desconocidos, viajar, estar en espacios abiertos, ir al médico, conducir) o contener cualquier otro elemento susceptible de generar una reacción emocional de rechazo.

Aunque tanto los miedos como las fobias pueden afectar la vida de la persona, la diferencia entre ambas radica en la intensidad del malestar y la incapacidad para afrontar las situaciones donde aparece.