A diferencia del resto de seres vivos, nuestra relación con la comida no se limita a cubrir una necesidad de supervivencia: la de alimentarnos por hambre. La comida significa también placer. Por eso cuando no nos sentimos bien, la comida puede ser un reflejo de esa falla: o bien dejamos de comer (cuando estamos tristes, cuando no nos gusta nuestra imagen) o bien nos sobrealimentamos como una forma de calmar el nerviosismo o nos llenamos de comida para compensar “cosas que nos faltan”, siendo la comida un elemento siempre disponible al que resulta fácil recurrir.
Los problemas relacionados con la comida más frecuentes son la anorexia caracterizada por el miedo excesivo a ganar peso y la bulimia en la que aparece una necesidad imperiosa por ingerir grandes cantidades de comida en poco tiempo.